La semana pasada me asaltó un recuerdo de Derry. A pesar de ser una ciudad que apenas sabía situar en el mapa hace tres meses, la semana pasada salió en las noticias, afortunadamente por una razón muy distinta a la que se la hecho tristemente famosa durante treinta años: en Derry se ha batido el extraño de récord de número de personas disfrazadas de Papá Noel, nada menos que 13,000. Ha sido bonito recordar en esas imágenes la ciudad en la que planeé vivir durante una breve temporada, y que a la vez es ahora un recuerdo tan lejano.
Pero bueno, Derry quedó atrás y fue bonito mientras duró, o por lo menos así me gusta recordarlo, no sin cierto esfuerzo por filtrar los momentos (muy) malos. Pero para tranquilizar a las personas que todavía lean este blog (que estoy comprobando que son muy poquitas, qué bonita es la amistad), ni me tuvieron que sacar de Irlanda en helicóptero, ni vivo en una celda acolchada (aunque ahora que vuelvo a ser un refugiado tampoco me sobra el espacio, para qué engañarnos) ni desde luego paso el día encerrado temiendo a la gente y la luz del sol. Lo que si que es verdad es que no estoy como para ir de fiesta y evito cualquier esfuerzo por hacer nada que no me apetezca. Vaya, que tanto daría que me hubiera quedado en Derry, porque no me voy a dejar ver mucho en una temporada, incluyendo (especialmente) durante las navidades.
En lugar de eso, he desempolvado mis lápices y plumillas y recuperado los proyectos de cómic que había estado dejando aparcados en favor de otros esfuerzos inútiles, como trabajar. Como ahora no tengo ninguna excusa para dejar de (en palabras inmortales de Groo the Wanderer) hacer lo que mejor sé hacer, paso la mayor parte del día entre mi ordenador y mi mesa de dibujo, garabateando cómics. Si no he estado escribiendo en este blog es porque he estado escribiendo en el LiveJournal de Huérfanos, que es donde hablo de cómics cuando me canso de dibujar, y de cualquier otra cosa cuando me canso de hablar de cómics. Si a alguien le interesa, ya sabe donde mantenerse informado.
En definitiva, que a su manera extraña e imprevisible, el destino ha querido que consiguiera exactamente lo que pretendía: cambiar de casa, dejar el trabajo para dedicarme a uno mejor, y darme un tiempo alejado del mundanal ruido. Claro que si se me hubiera ocurrido antes habría podido hacerlo sin tantos dolores de cabeza y desde luego mis ingresos actuales son menos competitivos, pero si ese el precio a pagar por un poco de paz de espíritu, todavía me parece barato, que algunas personas se mueren sin haberla encontrado nunca.
3 comentaris:
¿Quién sabe? Igual resulta que tenías que acabar siendo dibujante de cómics y por eso pasó lo que pasó. A veces nos empeñamos en ir por un camino y la vida nos lleva por otro, que era el que nos tenía reservado.
Pero sal un poco, hijo mío, que no te hará mal que te dé el aire y la luz de la luna. (Salir de día, supongo que sí que saldrás, pero también un poco por las noches.)
¿Esa foto del perfil de usuario es tuya o la has sacado de internet?
¿Ves? Algunos aún te leemos. Y es posible que te lea más gente, pero no comenten.
Apuntado queda el nuevo link en el que podré seguirte la pista.
Un saludete y cuídate, va?
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