dissabte, 22 de desembre del 2007

Mal te pegue rampa

La lotería, ese impuesto voluntario con el que el estado grava a los que no soy muy buenos con las matemáticas, es la noticia del día, y el anuncio a gritos de que llega la navidad. No hay donde esconderse de este ritual cuasi místico, con el que cual danza de la lluvia, los ciudadanos de a pie tratan de conjurar los malos espíritus y atraer la buena suerte. Ésta sólo sonreirá a unos pocos, mientras los demás seguirán creyendo esperanzados en que el año que viene ellos serán los afortunados, y de esta manera afrontarán la navidad con algo de la ilusión de la que ésta escasea. Y como todo el mundo conoce o ha oido hablar de alguien a quien le tocó un año, el anzuelo no puede estar mejor mejor cebado.

La posibilidad de que te toque la lotería es similar a la de que te cague un pájaro encima en la calle. La de que te toque el gordo, a la de que lo mismo suceda sin salir de casa. Y sin embargo, no pocas personas invierten a tan triste probabilidad con esperanza, mientras que desestiman la precaución de cubrirse la cabeza antes de salir a la calle todos los días.

El azar es parte de nuestras vidas, y posiblemente la primera causa de cambios en ellas. Si pensamos en todas las circunstancias que han rodeado nuestra existencia, y consideramos cuántas de ellas fueron debidas al puro azar (el lugar en el que hemos nacido y vivido, las personas a las que hemos conocido, los accidentes que hemos sufrido) nos daremos cuenta de en qué medida nuestra vida es el fruto de una sucesión de casualidades, de una infinidad de tiradas de dado cósmicas, sobre los que en ningún momento hemos ejercido poder o control alguno. Si el destino nos lleva a ser arrollados mañana por un motocarro (pongamos por caso) ninguna decisión consciente puede evitar tal evento. Si una posibilidad en la que hemos invertido nuestras ilusiones tiene que salir mal, desesperar sirve para lo mismo que lamentarse de que no nos haya tocado la lotería.

En este día de ambiente festivo, niños chillones, turrones y reencuentros, me he acordado de que hoy habría sido el día en que habría vuelto de Irlanda por navidad. Más suerte la próxima vez. Y feliz navidad.

divendres, 14 de desembre del 2007

Que si bulto o agujero

La semana pasada me asaltó un recuerdo de Derry. A pesar de ser una ciudad que apenas sabía situar en el mapa hace tres meses, la semana pasada salió en las noticias, afortunadamente por una razón muy distinta a la que se la hecho tristemente famosa durante treinta años: en Derry se ha batido el extraño de récord de número de personas disfrazadas de Papá Noel, nada menos que 13,000. Ha sido bonito recordar en esas imágenes la ciudad en la que planeé vivir durante una breve temporada, y que a la vez es ahora un recuerdo tan lejano.

Pero bueno, Derry quedó atrás y fue bonito mientras duró, o por lo menos así me gusta recordarlo, no sin cierto esfuerzo por filtrar los momentos (muy) malos. Pero para tranquilizar a las personas que todavía lean este blog (que estoy comprobando que son muy poquitas, qué bonita es la amistad), ni me tuvieron que sacar de Irlanda en helicóptero, ni vivo en una celda acolchada (aunque ahora que vuelvo a ser un refugiado tampoco me sobra el espacio, para qué engañarnos) ni desde luego paso el día encerrado temiendo a la gente y la luz del sol. Lo que si que es verdad es que no estoy como para ir de fiesta y evito cualquier esfuerzo por hacer nada que no me apetezca. Vaya, que tanto daría que me hubiera quedado en Derry, porque no me voy a dejar ver mucho en una temporada, incluyendo (especialmente) durante las navidades.

En lugar de eso, he desempolvado mis lápices y plumillas y recuperado los proyectos de cómic que había estado dejando aparcados en favor de otros esfuerzos inútiles, como trabajar. Como ahora no tengo ninguna excusa para dejar de (en palabras inmortales de Groo the Wanderer) hacer lo que mejor sé hacer, paso la mayor parte del día entre mi ordenador y mi mesa de dibujo, garabateando cómics. Si no he estado escribiendo en este blog es porque he estado escribiendo en el LiveJournal de Huérfanos, que es donde hablo de cómics cuando me canso de dibujar, y de cualquier otra cosa cuando me canso de hablar de cómics. Si a alguien le interesa, ya sabe donde mantenerse informado.

En definitiva, que a su manera extraña e imprevisible, el destino ha querido que consiguiera exactamente lo que pretendía: cambiar de casa, dejar el trabajo para dedicarme a uno mejor, y darme un tiempo alejado del mundanal ruido. Claro que si se me hubiera ocurrido antes habría podido hacerlo sin tantos dolores de cabeza y desde luego mis ingresos actuales son menos competitivos, pero si ese el precio a pagar por un poco de paz de espíritu, todavía me parece barato, que algunas personas se mueren sin haberla encontrado nunca.

divendres, 16 de novembre del 2007

Ya volverás

Después de casi dos semanas puede que a este blog ya no le quede ningún lector, y los que le queden deben estar esperando otra emocionante crónica irlandesa. Pero ni yo estoy ya en Irlanda ni me queda otra aventura por contar que la de como mi viaje terminó de forma abrupta y accidentada, y yo de vuelta en Mallorca y con muy pocas ganas de volver a irme de aquí.

Al día siguiente de Halloween, empezaron los síntomas. Primero un leve malestar, luego la esperada incomodidad de vivir en una nueva casa, luego los nervios en el estómago, las noches sin dormir y los días sin comer, luego la ansiedad y el bloqueo mental, y tras los tres primeros días con este estado anímico tan poco recomendable, mi salud ya había empezado a deteriorarse. Aunque la idea de comprobar hasta donde era capaz de aguantar antes de caer seriamente enfermo, solo por evitar darme por vencido, era tentadora, finalmente se impuso la más razonable de guardar las pocas fuerzas que me quedaban para un regreso humilde y honroso, ya que no heroico. Ante la disyuntiva de si volver con mi escudo o sobre él, finalmente he vuelto a casa, sin escudo, mucho antes de lo previsto, ciertamente derrotado pero no humillado, ya que no hay humillación en encontrarse con el límite de tus posibilidades. No envié a mis tropas a luchar contra los elementos, dijo Felipe II.

Además de la pérdida de mis maletas en el trayecto de Londres a Palma, el regreso no ha sido ni mucho menos un lecho de rosas. Tras el debido reposo, las cosas no han sido más fáciles en casa, aunque por razones totalmente distintas, y las aguas tardarán un tiempo en volver a su cauce. No he tenido tiempo, ni tampoco la voluntad, de pensar en el futuro. Derry es ya un recuerdo lejano, y mis planes el esbozo de una experiencia abortada antes de empezar.

Un compañero de trabajo, con muchos años en la profesión, me contó que nunca había tenido un hogar duradero al haber tenido que trasladarse toda su vida a donde le llevara su trabajo. Un sacrificio que yo no estoy dispuesto a hacer, por lo cual me siento más aliviado que decepcionado. Finalmente encontré en Irlanda algo que no estaba buscando pero que vale más que el éxito: una respuesta a mis dudas. Me alegro de haber descubierto finalmente hasta donde podía llegar, en lugar de lamentarme por haber tenido que ir hasta Irlanda para averiguarlo.

Y ahora si no os importa, me toca descansar.

dijous, 1 de novembre del 2007

Animales, y que truena?

Y hoy que es 31 de octubre, no puedo dejar de hablar de Halloween.

Halloween en Irlanda es una herencia de la tradición pagana, y aunque recuerda mucho a lo que conocemos de la celebración americana, es básicamente un gran carnaval, con sus disfraces, sus desfiles, sus fuegos artificiales, y diversión para todos los públicos: animación para los más pequeños, y cerveza para los mayores. Mucha cerveza.

Lo que pasa es que Derry tiene la fama de celebrar el mayor Halloween de Irlanda. Ya últimamente había podido ver como muchas tiendas y locales se preparaban, con productos y ofertas especiales para este día, y que un sano ambiente carnavalero empezaba a tomar calles, incuso días antes del día H. Finalmente he podido comprobar que aquí lo de Halloween es una cosa muy seria, en la que básicamente participa todo el mundo, y en la que no se escatiman medios ni imaginación a tal efecto.

Toda la ciudad, y seguramente gente procedente de los condados vecinos, estaba esta noche en la calle, a eso de las 6, con sus correspondientes disfraces, a excepción de los turistas, los padres y abuelos menos involucrados que acompañaban a sus pequeños, y por supuesto yo. Gentes de todas las edades exhibían sus mejores galas, desde los disfraces más simples (un tipo metido en una gran caja de cartón que rezaba: "I'm cheap") hasta los más elaborados. Hay que mencionar que las chicas (y en esto no es muy distinto del carnaval español) aprovechaban la excusa para perder todo el pudor que pudieran tener, y lucir palmito en los más atrevidos disfraces: bruja sexy, poli sexy, soldado sexy, superheroina sexy, y demás variaciones del tema, además del muy abundante, y variado, disfraz de puta. Todo una fantasía para fetichistas, que hoy me ha reconciliado con las chicas irlandesas, que en general me resultaban algo recatadas.

Además del inopinado desfile callejero, un desfile de carrozas y comparsas (como las del carnaval, vaya) recorría el centro, y a las 8 un impresionante castillo de fuegos artificiales explotaba sobre el río durante más de 20 minutos, hasta casi aburrir. Aunque para los mallorquines que tengan la tentación de comparar con el Aiguafoc sobre la bahía, he de decirles que este estaba a la altura, y tal y como lo vive aquí la gente, incluso mejor.

Me temo que no puedo dar cumplida cuenta de la segunda parte de esta fiesta, una vez los niños son retirados por sus padres para dejar paso a los otros niños (los adolescentes y adultos sin complejos y con sus correspondientes disfraces) que empezaban a celebrar su propio Halloween, no sin antes remojar sus gargantas en Guinness y otros brebajes no menos embriagadores. Tras despedirme de los compañeros de trabajo con los que he estado acudiendo al show, me he concedido una vuelta por el centro para empaparme del ambiente nocturno y de la fiesta. Pero, tal y como me habían advertido, Halloween no es, en absoluto, la fiesta más adecuada en la que salir a tomar algo, ya que los pubs están tomados por hordas de jóvenes sedientos con sus ropas de colores. Así que después de una semana por aquí, puedo confirmar que sigo sin entrar en un pub ni probar la cerveza. Aún.

Y esto ha sido todo por este Halloween, y por esta primera semana en Derry. A partir de mañana tendré que escribir este blog desde el curro, hasta que logre tener internet en casa, si es que me decido a hacerlo (porque luego sé lo bien que se aprovecha el tiempo). Mientras, he de aprovechar para despedirme de Bertie, que es el anfitrión de esta conexión prestada del B&B de la que estoy haciendo uso. Bertie es el bulldog de los dueños del B&B, y por como se comporta se diría que él es el dueño. No es de extrañar que la red inalámbrica se llame "Bertie's House", ni que tenga el privilegio de pasearse por donde le dé la gana, así como de importunar a los residentes para tratar de jugar con ellos.

Así que ya sabéis, más y mejor en las próximas semanas. Y como hoy ha sido Halloween, he logrado permanecer despierto hasta casi medianoche, lo cual me permitirá empezar a levantarme cuando corresponda, en vez de los horarios caóticos que he estado teniendo estos días. Y como mañana será día 1, pero aquí no es fiesta, pues tendremos que guardarlo para la próxima ocasión. Hasta entonces.

Todas las putas tienen suerte

He de decir que me desperté el lunes con el temor de Dios en el cuerpo. Solo me temía que todo el karma que había invertido en mi inesperada visita turística del domingo, me hiciera falta luego a la hora de afrontar la temida búsqueda de casa, ya que no tenía la menor de idea de lo que me iba a encontrar, y para entonces ya había pasado cuatro noches en el B&B. En caso de necesidad, la empresa habría podido extender mi estancia en el susodicho el tiempo que necesitara, pero más que el gasto, era la incertidumbre lo que me angustiaba.

A nivel de trabajo, el lunes fue un día básicamente nulo, ya que lo pasé viajando del centro al trabajo en autobus para visitar dos casas. Con la que vi por la mañana se me cayó el alma a los pies: por 80 libras a la semana, una guarida en un barrio muy cutre, no lejos del centro pero tampoco pegado, con una sola habitación, y con la peculiaridad de que de la planta inferior a la superior, se subía por una escalera compartida con el vecino, y ninguna de ambas puertas tenía llave, sino una extraña cerradura con código numérico. La estancias en sí no eran tampoco ninguna maravilla, pero supe que yo no viviría en aquel cuchitril en cuando comprobé que la ducha estaba en el dormitorio. O sea, que el plato de ducha estaba dentro del dormitorio, junto a la cama.

Me despedí amablemente de aquel caballero temiéndome lo peor: si pueden pedir 80 libras por este antro de una sola habitación, cuánto no pedirán por una residencia decente, ya no digamos con espacio para visitas.

La respuesta la tuve por la tarde, cuando me tocó volver a correr hasta el centro (correr literalmente) para visitar un apartamento muy céntrico, un segundo piso con dos habitaciones. Por 100 libras a la semana. Como se comprenderá, no terminaba de creérmelo, así que empecé a escrutar los detalles: suelo de parquet, amueblado (aunque solo lo justo), cocina reformada, calefacción económica, etc. Más tarde pregunté en la oficina y el B&B por su opinión sobre el lugar, el precio y tal, y lo vieron bastante bien. Así que acudí al día siguiente con el dinero de la fianza para asegurarme de que no se me iba de las manos. No tengo ni idea de si habría tenido oportunidad de conseguir algo más cercano al trabajo, o una casa más grande por solo algo más de dinero (había concertado una visita para una casa de 3 habitaciones por tan solo 110 libras) pero la visita de la mañana me había condicionado demasiado como para esperar.

Así que esta es, como estaba originalmente previsto, mi última noche en el B&B, después de que esta mañana haya hecho una compra rápida de ropa de cama y otras necesidades fundamentales, y mañana me mudo a lo que parece ser mi nueva residencia. Que finalmente tiene una habitación extra por si alguien se decide a visitarme algún mes de estos.

Después de toda la angustia, finalmente he batido un récord de tiempo de búsqueda de casa, y de momento sin demasiados problemas. Excepto el susto que me llevé cuando parecía que la calefacción no funcionaba, hasta que alguien me explicó como funcionan los sistemas de calefacción económica por aquí, de los cuales no había oído hablar en mi vida, y de los que ya hablaré otro día, si a alguien le interesa, porque tiene su tela.

Ahora solo vendrá la parte en la que pago el alquiler y los recibos, abro una cuenta bancaria, me doy de alta en la seguridad social, y todas esas cosas que hacen tan emocionante la vida en el extranjero. Pero si he logrado superar este primer paso, creo que podré sobrevivir a los demás. Lo bueno de vivir en permanente estado de alerta, es que la satisfacción de que algo te salga bien se multiplica exponencialmente. Pero seguiré en estado de alerta por si acaso.

dimecres, 31 d’octubre del 2007

Donde hay prisa, a hacer montón

Como no he tenido demasiado tiempo (ni fuerzas, la verdad) de actualizar este relato, se me han acumulado unos dias, así que iré de post en post para no agobiar.

Mis planes para el domingo salieron como estaba previsto, o sea que fui de paseo, y además salió un díaa inusualmente despejado. Pero lo que no podía sospechar fue la inmensa suerte que tuve de conocer durante el desayuno a una pareja de españoles, Jaime y Jessica (una abrazo muy fuerte si llegan a leer esto), que trabajan en Galway y que estaban haciendo una ruta en coche por el norte aprovechando que el lunes era fiesta en el Sur (alias la República, alias Irlanda). Y nada, se les ocurrió invitarme a acompañarlos, aunque eso significara tener que devolverme a Derry al cabo del día. Qué puedo decir, de vez en cuando algunas cosas salen bien, y ese día salió redondo. El lugar en cuestión es famoso por sus columnas de basalto de formas geométricas en la costa, y es además un paisaje de singular belleza. También es famoso un puente de cuerda en la misma zona, llamado Carrick-A-Rede, que también visitamos, aunque por los pelos. La vista desde el puente sobre la corriente de agua más abajo es también impresionante. El día terminó en Bushmills, donde mis nuevos amigos se quedaban a pasar la noche una vez me hubieron acompañado.

Por supuesto que allí donde íbamos había una nube de turistas, y aunque el cielo cambiaba constantemente de soleado a nuboso, el tiempo en la costa irlandesa es en general bastante frío. Pero teniendo en cuenta que no se puede llegar al sitio más que en coche, y que los tours guiados solo se organizan desde Belfast, ni un día claro de primavera habría podido mejorarlo. Gracias de nuevo Jaime y Jessica por ese regalo inesperado. Y espero poder colgar las fotos en cuanto me las envíen.

Tras apenas tres días en Irlanda, ya aprendí una valiosa lección: la de que las cosas buenas pueden pasar en cualquier momento, y aunque en mi situación es más habitual esperar el desastre, la satisfacción de conocer amigos lo es doblemente en lo que se te antoja un entorno extraño y hasta cierto punto hostil. Por supuesto que sabía que al día siguiente tenía todo un montón de otros problemas en los que pensar, pero al final lo importante es haber sobrevivido al día, y tener algo que contar.

dissabte, 27 d’octubre del 2007

Ya tenemos la Seu llena de huevos

...y al final llegué a Derry. Me ahorraré los avatares el día D, con todo el trajín del avión, el taxi y toda la movida, pero al final logré alcanzar mi destino. Ahora sólo me queda encontrar un lugar en el que vivir, algo a lo que he dedicado la mayor parte del viernes, además de intentar trabajar un poco, o por lo menos de empezar a conocer el proyecto y todo lo demás.

Por cierto que la primera cosa que aprendí el primer día en la oficina es que los viernes son muy lentos, tanto como para pasar la mitad del día jugando, chateando o escribiendo correos (o por lo menos eso hacían mis compañeros). Y al parecer, una costumbre irlandesa (o eso me explicó mi jefe) es irse pronto a casa el viernes por la tarde. No es que tuviera nada en contra, la verdad, pero después de pasar casi todo el día trasteando por las webs de diversas inmobiliarias, me sentí un poco culpable. De todos modos, y si cuento con la confianza de los jefes, puede que disponga de llaves de la oficina para poder trabajar hasta tarde, o bien para tener un poco de vida social electrónica-bloguera. Ahora posteo gracias a la wireless del B&B donde estoy temporalmente alojado pero pronto se acabará el chollito.

Hablando de lo cual, he estado descubriendo que he llegado en unas fechas especialmente inadecuadas para buscar casa en Derry, en primer lugar porque al parecer aquí nadie curra en sábado (por lo menos en las inmobiliarias), y esta mañana apenas he podido hacer otra cosa que dejar mensajes en diferentes teléfonos. Así que de buscar mañana ya ni hablamos, tendré que ponerme en serio el lunes, a ver qué pasa. Aunque claro, el jueves es fiesta, y para colmo adivinad donde se celebra Halloween con más entusiasmo que en ninguna parte de Irlanda.

Por cierto, que para aquellos que pensaban en visitarme para aprovechar mi residencia, debo advertir que es más que probable que me toque alojarme en un piso relativamente pequeño, o bien una habitación en un piso compartido. Ambas opciones me resultan igual de aceptables, mientras disponga de todo lo necesario, aunque no dan para alojar muchos invitados.


Y en todo caso, toca también advertir que el tiempo por aquí no solo es como os lo han contado, puede que incluso un poco peor. La lluvia es persistente pero fina, pero el frío y el viento son pentrantes, o por lo menos lo han sido estas dos mañanas. Y por la noche no ha sido mucho mejor, aunque me las he arreglado para irme a dormir pronto, que es cuando entiendes porque en Irlanda la gente pasa varias horas viendo la tele después de cenar (lo cual sucede a eso de las 6 o las 7) ya que entre el tiempo y la oscuridad no hay gran cosa más que hacer que recogerse prontito, aparte de irse a tomar cerveza.

Por cierto que habría podido asistir hoy mismo a mi primera fiesta, nada menos que una fiesta de disfraces de temática zombie, invitado por un compañero del curro, cuyo nombre (irlandés) no me atrevería a transcribir. El problema era que la fiesta era fuera de la ciudad (y por lo tanto había que depender de un conductor probablemente ebrio para regresar) y que no se requería disfraz, sino cualquier ropa que no te importara que terminara cubierta de sangre de pega y cerveza. Puesto que ninguna de las dos condiciones me resultaba satisfactoria, opté por rechazar la propuesta amablemente y esperar a conocer un poco mejor a mis compañeros antes de irme de farra. Tiempo habrá de salir a tomar algo con ellos para comprobar en persona la proverbial capacidad de los irlandeses para ingerir alcohol, así como su reacción cuando sepan que soy abstemio. Por cierto que al informar a mi jefe de este extremo, me tranquilizó diciendo que no sería un problema que no bebiera (mientras estuviera dispuesto a pagar la ronda que me tocara, como es tradición aquí) y que los problemas que habían tenido con otros empleados venían más bien por justo lo contrario. A ver si va a ser por eso que mi empresa se llama Dark Water... :-)

Hoy he podido dedicar el día a patear el centro, así como recorrer a pie el camino desde mi alojamiento hasta la oficina, solo para comprobar que ya no estamos en Kansas y aunque obviamente posible, caminar no es la mejor opción, sobre todo habiendo un bus que me deja delante. Al contrario que en Palma, aquí el transporte público es de calidad y se puede contar con él con garantías.

También he aprovechado para hacer una exploración del centro de la ciudad, que en pleno sábado ha estado de lo más animado, a pesar del día gris, típico clima al cual supongo que todo el mundo debe estar ya acostumbrado porque además de salir a la calle en tropel, he llegado a ver gente en manga corta bajo la lluvia. He podido localizar los centros comerciales (que tienen los horarios más amplios, lo cual puede venir bien cuando el trabajo se alargue) así como el mercado local de los sábados (saturado de gente, y lleno de tenderetes vendiendo comestibles y demás productos de las más diferentes procedencias) y finalmente el único cine en muchas millas a la redonda, donde me he refugiado a ver Stardust cuando los pies ya no me daban más de si. Como no podía ser menos, las 4 de la tarde ha resultado ser la hora más inapropiada para ello, cuando el cine estaba lleno de críos, muchos bastante más escandalosos que el quillo medio al que estaba acostumbrado. Pero bueno, ya iré escogiendo mejor los momentos para hacer estas cosas.

Me encantaría poder decir que he estado haciendo algo de vida social y/o nocturna, pero todavía no le he dedicado ni un minuto a pensar en ello, ni planeo hacerlo hasta que esté definitivamente alojado. Y la verdad, yo a estas horas estoy cansado, ahí fuera llueve y hace un frío del carajo, y por algo me traje varios miles de libros, series de TV y cómics en formato digital cargados en el portátil. Puedo hacer un poco de vida de ermitaño durante un tiempo, y para los que me conozcáis, sabréis que no será muy diferente de la que hacía antes.

Mañana todos los comercios cierran y será un día más tranquilo para explorar la ciudad mapa en mano (algo que en un día como hoy te delata como un vulgar turista), visitar los murales en memoria del Bloody Sunday y puede que un poco de turismo cultural, si es que hay algún lugar abierto donde hacerlo. Y si no, siempre puedo pasar un día tranquilo en el B&B preparando trabajo para el lunes, que probablemente me lo pase colgado al teléfono hablando con agencias y concertando visitas a pisos diversos.

Así que lo dejaré aquí de momento, y si me acuerdo de algo más, ya lo cuento mañana, y aprovecho mientras tenga una conexión de la que tirar, que en cuanto empiece a trabajar ya no habrá gran cosa que contar (que no esté sujeta a una cláusula de confidencialidad, claro). Desde Derry, en Irlanda del Norte, os ha informado el tío MA el viajero.

Y de Bertie casi que os hablo otro día... ;)

dijous, 25 d’octubre del 2007

Ni para puta ni para hacer luz

Bueno, ya empieza a ser tarde y mañana va a ser un día muy largo, aunque no tanto como lo ha el de hoy. Por fin llega el día D, dejo mi casa de Lloret, me marcho para Irlanda, y empieza el verdadero relato de mis aventuras. Las últimas semanas han sido las más estresantes que recuerdo, coche arriba y abajo cargando cacharros, quedando con mis amigos (prácticamente todos) para despedirme, repartiendo mis posesiones materiales, y haciendo todas las cosas que suelen proceder a un cambio de esos. Las últimas dos semanas han resultado especialmente intensas, entre preparar el trabajo, trasladar muebles, quedadas diversas, e incluso un viaje a Barcelona el fin de semana. Los dos últimos días, que se me han hecho largos como dos años, han sido una gincana constante de horarios, traslados y muchas prisas. A medida que se acercaba la fecha, la casa se desmantelaba y volvía menos habitable, lentamente los suministros se agotaban: muebles, butano, comida, y finalmente solo me queda el ordenador en el que estoy dando cuenta de este fin de fiesta, a punto ya de empaquetar para casa.

Para colmo, mi isla se está comportando como un amante despechado. Ahora que me voy, el tiempo ha decidido ponerse borde y llover a diario, justo en los días en los que más fastidia, teniendo en cuenta que necesitaba hacer viajes diarios para poner a salvo mis posesiones. Es como la versión climática de la famosa frase "ahora te vas a cagar" en la que Mallorca me demuestra que aquí puede llover tanto o más que en Irlanda, y además salir luego un sol espléndido. Lo que yo te diga, que ya ni a tu tierra le puedes dar la espalda sin que se ponga celosa. Cuánto rencor.

Pero al final todo ha salido más o menos bien, aunque con el tiempo justo. Tengo la maleta casi a punto, mi portátil configurado y en orden, mis bienes a salvo, mis amigos bien despedidos, y mi trabajo me espera. Como ya es tarde y debería descansar un poco, solo quiero despedirme a mi manera de mi tierra, invitaros a todos a compartir el relato de mis aventuras, desear que éstas duren más que mi última aventura en ultramar, y cumplir con mi sueño de ir hasta donde hiciera falta para hacer el trabajo de mi vida. Si todo esto sale como está planeado, seré un hombre feliz.

Hoy he contribuido al cambio climático lanzando a la basura 23 bolsas de residuos diversos, conteniendo recuerdos variados de años anteriores (en los que tenia una razón para guardarlos) lo cual no ha sido excusa para conservarlos. Si uno tiene que viajar ligero, hay que deshacerse de todo el lastre, y solo conservar lo verdaderamente importante. Hay muchas cosas que no voy a echar de menos de vivir en este país, en contra de lo que pudiera parecer: la ADSL de Telefónica, la política española, las conversaciones sobre hipotecas, el cine doblado, el baño exterior de mi casa, mi trabajo de Tragnarion, el menú diario de Ikea, el atasco de las 8 y media, etc. En cambio, sí que echaré de menos: la ADSL de Telefónica (por lo menos hasta que tenga otra), escuchar No Somos Nadie por las mañanas en M80, las presentadoras de La Sexta, el pan payés y el aceite de oliva, el café con leche con ensaimadas, mis compañeros de Tragnarion, las chicas del Ikea, ...

Espero poder hacer una lista muy pronto de las cosas que molan en Derry y de las que no. Hasta entonces, deseadme suerte, no dejéis de postear comentarios para que no me sienta que estoy escribiendo para las piedras, y a todos los que duden de que resista la vida en el exterior, recordad que en palabras inmortales del rey Leonidas (o de su mujer, no estoy seguro) volveré con mi escudo o sobre él. Un espartano no retrocede; un mallorquín, solo se da la vuelta y sigue avanzando.

Hasta aquí. Próxima parada: Derry.

divendres, 5 d’octubre del 2007

Vete allí donde no llueve


Esta bonita imagen no corresponde, como podría parecer, a ninguna película apocalíptica sobre el cambio climático o una invasión extraterrestre, sino a la tromba de agua que descargó la semana pasada sobre Mallorca con consecuencias devastadoras. Pero a mi es que ni siquiera me pilló en Palma sino en Lloret, donde todas las calles y carreteras de acceso se convirtieron en torrentes.

No es mi intención con este post dar cuenta de los desastres naturales que se produzcan en esta isla, famosa internacionalmente por su excelente clima, pero no podía dejar pasar la oportunidad de contestar a todos los que me han recordado que me voy a vivir a un lugar donde llueve 280 días al año (por contraste con los 300 de sol de Mallorca). De hecho, ya vuelve a llover y se anticipa que tanto la fiesta de la hispanidad como el fin de semana van a estar pasados por agua. Vaya, pensé yo, así me voy acostumbrando.

Que yo sepa, Irlanda no es tierra de tornados ni tifones, pero es un hecho notorio que llueve prácticamente a diario, y si no llueve el cielo está tapado, y solo contados días al año, los irlandeses pueden comprobar en persona que el cielo es efectivamente azul, tal y como les habían contado. Si algo tiene de bueno un clima tan antipático y gris, es que por lo menos es predecible, y puedo imaginar que allí las conversaciones de ascensor raramente versan sobre el tiempo que va a hacer hoy, ya que ese es un hecho de todos conocido. Al igual que lo son los horarios de luz tanto en invierno (cuando el sol se pone a eso de las 3 de la tarde) como en el cuasi verano que se produce entre abril y mayo, en el que el sol sale sobre las 4 de la madrugada, y hasta las 11 de la noche (gracias Ana por esos datos de primera mano). Aunque si va a llover a diario, qué más dará a qué hora salga el sol, me pregunto.

En definitiva, el clima (incluyendo unas temperaturas mínimas cercanas a los cero grados en invierno) será uno de los factores más difíciles de asumir cuando me mude a Derry, dentro de apenas dos semanas. Yo por si acaso ya he hecho acopio de ropa gruesa e impermeables, por aquello de tomármelo como una aventura digna del tío Matt el Viajero. Las dudas que me asaltan respecto a un lugar permanentemente azotado por la lluvia son del tipo: cuanto tiempo habrá que tener la ropa tendida? lavan los coches alguna vez en Irlanda? cancelan las verbenas cuando hay mal tiempo o se limitan a no montarlas? dará abasto el alcantarillado o se les inundan las calles todos los días como en Palma los días de lluvia? Y lo más importante: la gente compra agua embotellada cuando tienen una reserva inagotable literalmente cayendo del cielo todos los días?

Las respuestas, mis queridos fraguels, dentro de dos semanas.

dilluns, 1 d’octubre del 2007

Mira que tengo, de mierda (Soltando lastre)

Está visto que no conseguiré esperar a Derry para seguir escribiendo, así que como este es mi blog y me lo... esto... monto cuando quiero, aprovecho mis últimas semanas de ocio en Lloret capital (población maldita de la Mallorca profunda) para dar cuenta de mis preparativos y perspectivas, así como para dar salida a mi incontinencia verbal, que de buen seguro echaréis todos de menos.

Ya es oficial. Tengo un contrato firmado volando por correo certificado hacia Derry, un billete de avión a Belfast con fecha 25 de octubre, y una casa a medio desmantelar. Esto último ha sido lo que realmente me ha provocado la sensación
de exilio, mientras que las semanas anteriores apenas tenía una leve sensación de vacaciones y hastío. Incapaz de estudiar un poco para repasar mis oxidados conocimientos de programación de gráficos (que buena falta me hace, sobre todo porque es el trabajo por el que me van a pagar), he estado dedicando las pasadas semanas a despedirme de la isla a mi manera, o sea haciendo el turista en mi propia ciudad, citándome con esas amistades a las que hacía un huevo que no veía, y poniéndome al día de todas las lecturas y productos audiovisuales que tendré que dejar atrás.

Hablando de los cuales, anoche se me ocurrió la brillante de idea de seleccionar una película de mi extensa colección de VHS, con la consecuencia de que no solo no la encontré (o puede que nunca la tuviera, quien sabe) sino que por fin fui dolorosamente consciente de la cantidad de material inútil del cual indefectiblemente voy a tener que deshacerme antes de abandonar la isla. Tras haber puesto a salvo mi colección de cómics, ahora toca buscarle hogares de acogida a mis películas, libros, juegos de rol, y otros materiales sensibles (Xbox, mesa de dibujo, originales de fanzines, etc.) Pero si, como pretendo, a partir de ahora he de viajar ligero, ha llegado la hora de cortar con el pasado y deshacerse de todo aquello que no sea imprescindible conservar, pero que por alguna razón ha sobrevivido a tres mudanzas y numerosas limpiezas generales.

Supongo que una opción sería montar una piñata en casa y dejar que mis amigos me aliviaran del peso de mis inútiles posesiones materiales, pero francamente, lo único que queda en casa a estas alturas son saldos, y mi colección de VHS en particular resulta ser el montón de basura más lamentable del que ha hecho acopio una persona durante años, no porque no sea una colección de cine de lo más selecta, sino porque apenas quedan ya reproductores, y porque la gente hoy en día cuando le apetece ver una película, lo que hace es bajársela del emule, con calidad DVD y en el idioma que le da la gana. Y eso, sin ocupar ni un milímetro de espacio físico.

Hay una lección que aprender aquí para el futuro. No solo porque no sé de cuánto espacio dispondré en mi futura residencia irlandesa como para volver a hacer acopio de basura, sino porque tampoco sé por cuánto tiempo la ocuparé, y por lo tanto cuánto tiempo tardaría en tener que volver a hacer una mudanza. Solo esto es razón suficiente para reprimir mis ansias coleccionistas y en su lugar dedicarme a disfrutar del lugar, y coleccionar amigos, experiencias, historias y, todo lo más, fotos en formato digital, que por lo menos no ocupan espacio. Aquel que dijo que el saber no ocupa lugar no había visto el tamaño de los libros de programación, y al otro que dijo que nos vamos de este mundo con lo mismo que vinimos no le falta razón, pero apostaría a que el cabrón nunca tuvo que mudarse de país siendo friki.

dijous, 20 de setembre del 2007

Y que no es guapo, esto?

Permitid que me presente. Me llamo Miquel Angel, soy mallorquín, trabajo como programador de videojuegos, y me voy a vivir a Derry, en Irlanda del Norte. Solo esta combinación de factores sería una buena excusa para escribir este blog, pero cuando uno es quien es, irse de Mallorca para ir a trabajar al extranjero no puede resultar más que en un montón de anécdotas derivadas del empanamiento, la confusión lingüística, el choque cultural, la fatalidad y las leyes de Murphy. Puede que esto parezca un poco exagerado pero aún no se ha dado el caso de que yo haya salido de viaje y no haya sucedido algo cuando menos bizarro o extravagante, aunque afortunadamente nunca nada violento, embarazoso o dramático. Por suerte la historia de mi vida la escriben los guionistas de Friends y no los de Perdidos, lo cual es del todo de agradecer, porque siempre puedes compartir esas cosas con una sonrisa en la boca.

Esperaba empezar a escribir este blog en cuanto me encontrara acomodado en el lugar, pero me parecía oportuno empezar por el prólogo de mis aventuras con la peripecia que ha llevado a un mallorquín abstemio como yo a trasladarse a una isla donde se bebe cerveza como nosotros gaseosa. Por hacer la historia corta, el mundo de los videojuegos es una industria global, en la que puedes trabajar con cierta facilidad en casi cualquier parte con tal de que algún estudio tenga ganas de hacer el esfuerzo de trasladarte hasta allí, y pagar por ello. Después de trabajar cuatro años en un estudio de Mallorca, las circunstancias llevaron mi currículum a manos de una empresa de Irlanda del Norte, y a mí detrás. Como suele ser de rigor en estos casos, a la entrevista telefónica siguió la visita en persona, que constituyó mi primera experiencia en la verde Irlanda, donde no había estado ni de vacaciones.

Detalles del trabajo aparte, decir que tuve ocasión de realizar la obligatoria visita a las murallas de Derry, que rodean el centro histórico, y que son la principal atracción turística, desde la cual se pueden admirar vistas ciertamente privilegiadas de la ciudad, así como del río Foyle. Fue seguramente al poder echar un vistazo al lugar en su conjunto que me decidí.

Volveré a Derry a finales de octubre y entonces empezará mi gran aventura, incluyendo todos esos detalles que normalmente damos por asumidos cuando estamos en nuestra propia ciudad o país, pero que en el extranjero se vuelven tan complicados como la física nuclear: alquilar una casa cuando no tienes quien dé referencias; abrir una cuenta bancaria siendo extranjero; hacer la compra cuando los productos no se llaman como los que conoces. En definitiva, lo que se suele llamar buscarse la vida, y que para un hombre tan acostumbrado a la comodidad como yo, que casi nunca he tenido que ocuparme de esos detalles, pueden ser un reto mucho más grande que el que supone cambiar de trabajo.

Es en parte por eso por lo que he querido escribir este blog. He notado que los miles de inmigrantes que llegan todos los días a Mallorca, y a España y Europa en general, desde los más diversos países, encuentran la forma de medrar en una sociedad que no entienden, seguramente con pocos recursos y en no pocas ocasiones sin conocer el idioma ni tener permiso para residir. Y sin embargo (supongo que empujados por la necesidad) se las arreglan para encontrar trabajo, alquilar un piso, hacer la compra, y sobrevivir. Y a veces con tanto éxito que llegan a establecerse definitivamente.

De forma similar, algunas regiones en España cuentan con una gran tradición emigrante (Galicia, por ejemplo) pero no es el caso de Mallorca, en particular debido al extraño "síndrome de Sa Roqueta", una morriña que invade a cuantos mallorquines se aventuran a abandonar la isla, y que al final termina arrastrándoles de vuelta. Yo mismo he experimentado tal fenómeno en mis carnes hace algunos años (en Madrid, que tampoco está tan lejos) así que ha llegado el momento de derribar los viejos estereotipos y comprobar cómo incluso un mallorquín puede llevarse la patria a cuestas hasta el lugar más improbable. Este es un blog es para no tener que explicarles las mismas cosas a mis amigos veinte veces, para los españoles que quieran conocer como es la vida por esos mundos de Dios, para otros residentes españoles en el extranjero que quieran compartir experiencias, y sobre todo para todos los mallorquines que nunca se atreverán a mudarse a ningún otro lugar -- no porque Mallorca no sea el mejor lugar del mundo para vivir (que lo es) sino por todo lo que se van a perder si no lo intentan.

Quiero que este blog esté lleno de experiencias, pero también de información útil, de expresiones mallorquinas que se traducen tan mal al inglés como al español, y de mis sesudas reflexiones. Y sobre todo, quiero que sea el relato de mi catarsis, de cómo vencer al miedo y el acomodamiento para aceptar el reto de una nueva vida con la mente abierta y sentido del humor. En noviembre empieza la nueva telecomedia de mi vida en Irlanda, y estáis todos invitados al episodio piloto, y espero que a varias temporadas. Algunas grandes historias se han escrito con mucho menos bagaje.