dijous, 10 de gener del 2008

Tira tira, poco a poco

Leo esta mañana en el periódico una noticia aparentemente curiosa: "Correos devuelve la felicitación de Navidad a un abogado que envió la misiva a un cliente en diciembre de 2003". Pese a lo poco que confiamos en este país en el servicio de Correos, al leer con detenimiento la noticia descubro que todo el asunto tiene una explicación: el destino de la carta era un domicilio de Lloret de Vistalegre, en la Mallorca profunda, el pueblo en el que viví, contra todo pronóstico, durante casi tres años. Es más, el dato de que el destinatario en cuestión ya no residía en el pueblo me lleva a sospechar que podría haber sido incluso un antiguo inquilino de mi vivienda, o de una muy similar. Nunca escribí lo bastante acerca de Lloret cuando vivía allí, porque no tenía blog, así que aprovecho esta noticia para hablar, aunque sea a toro pasado, de Lloret y su, así llamado, "servicio de correos".

El funcionario de correos de Lloret (el único que había) atendía las necesidades postales de la población de 9 y media a 11 de la mañana, y en el resto de su jornada laboral hacia las veces de cartero. En total, 4 horas diarias de trabajo. Parece un tiempo razonable para un pueblo en el que no habría más de dos o trescientos domicilios, y sin embargo, Lloret está
mucho más alejado de Palma que los 33 kilómetros que señala el articulista. Como en aquel chiste de Arde Mississippi, los relojes en Lloret atrasan un siglo, lo cual explica que el así llamado cartero se desplazara en una vieja mobilete, que los avisos de paquetes te llegaran cuando estaban a punto de caducar, o que una sencilla carta tardara un día en llegar de Barcelona a Palma, y hasta dos semanas en recorrer el camino a Lloret, como si para ello tuviera que cruzar un vórtice espacio-temporal. En definitiva, Lloret es un lugar anclado en el pasado, en el que el tiempo es algo relativo, y sobre todo, abundante.

También podría explicar como se hacía campaña en Lloret para las elecciones locales, cuánto tardaba un llorità en apartar su coche si éste estorbaba, o como se resolvía un contrato inmobiliario, pero no hace falta abundar en el tema. Solo que no esperaba encontrar un lugar en el que se viviera tan despacio, y las cosas se tomaran con más calma... hasta que me fui a Irlanda.

1 comentari:

amelche ha dit...

Más vale tarde, que nunca, ¿no?
:-) "Cuando Dios hizo el tiempo, hizo de sobra", dicen los irlandeses. ¿Para qué andar con prisas?